El objetivo fundamental de la abogacía es la defensa de los derechos fundamentales y libertades, y de la dignidad de las personas, entre los que se encuentra la igualdad efectiva entre hombres y mujeres.
La lucha de la abogacía históricamente es la lucha por los derechos y por la igualdad. No puede existir una sociedad democrática en la que se discrimine a las mujeres, o en la que la igualdad no sea totalmente efectiva. No se puede admitir una sociedad en la que se perciba un salario menor por el hecho de ser mujer. Una sociedad que prefiera en puestos de responsabilidad a hombres en lugar de a mujeres, una sociedad que dificulte el ejercicio de ser madre, o una sociedad en la que se maltrate a las mujeres. En definitiva, no se puede ni debe admitir, bajo ningún concepto, una sociedad en la que se trate de distinto modo, infravalore y discrimine a las mujeres por el hecho de ser mujer. Ésta ha sido y es una reivindicación y una lucha histórica de la abogacía.
Todos hemos de implicarnos en ello, formar a todas las generaciones en igualdad y en respeto a los derechos, a la libertad y la dignidad de las personas, sea hombre o mujer. En resumen: Igualdad sin límites.
En el Día Internacional de la Mujer, permítanme alzar una voz por miles, diría, millones de mujeres que sufren en tantos lugares del mundo, la explotación, la desigualdad, la humillación, el más absoluto desprecio a su derecho a la dignidad, la violencia, el mal trato, y así podría seguir con un sinfín de aberrantes actuaciones permitidas y consentidas por la sociedad.
Y lo que peor, amparados por sistemas políticos e incluso por aberrantes interpretaciones de la religión. Todavía hoy, en el siglo XXI hay muchos lugares donde la mujer es objeto de lapidación pública. También países y sociedades donde el adulterio se considera un crimen y la mujer es objeto de pena de muerte. También hemos vivido recientemente en Irak, en Siria, en Nigeria, donde las mujeres, las niñas, eran, son raptadas para ser explotadas como esclavas sexuales, si no torturadas y asesinadas por grupos criminales con ideologías aberrantes.
Alcemos también hoy una voz por ellas. No las vemos, pero hoy en el siglo XXI sufren terriblemente y son objeto de violaciones, asesinatos, esclavitud, trata de seres, y así un sinfín, como decía, de aberraciones. Alcemos la voz por ellas, y pidamos el compromiso de todos, para que de una vez acabe y la mujer, sus derechos y su dignidad sean absolutamente respetados en todos los rincones del mundo.
Con nuestro esfuerzo y compromiso diario, y con el compromiso de toda la sociedad, no podemos perder la esperanza de que un mundo mejor, es posible.
Blas Jesús Imbroda Ortiz
Presidente del BPI-ICB-CAPI
