Todavía recuerdo mi primer contrato, cuando me dieron de alta en la Seguridad Social. Fue como administrativa en el entonces recién inaugurado Hospital de Barcelona.Fue una de mis primeras conquistas laborales de juventud.
Al mismo tiempo estaba estudiando para entrar en la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona, entonces tenía muy claro que quería ser abogada. También se fraguaba en mí un compromiso político y social, en aquellos años de Pascual Maragall.
La situación en la me encontraba me obligó a buscar la forma para cumplir este sueño: pluriempleo, estudios en turno de noche.... Corría el año 1994.
Entonces, a pesar de lidiar con una crisis "postolímpica" había oportunidades.¿Recordáis la sensación de conseguir el primer empleo? Al lograr un primer contrato laboral, invaden un sinfín de sentimientos: emoción, orgullo y satisfacción. Yo comencé a trabajar desde muy joven para poder pagar la matrícula de la universidad. Conjugaba esos sentimientos con la supervivencia.
Mientras estudiaba y trabajaba, me convertí en madre y mi situación laboral cobró un sentido completamente distinto, más allá del bienestar individual, se trataba de ofrecer lo mejor a mis hijas, intuyendo que si les das todo, optarán a un futuro mejor que el de sus padres. La misma sensación que puede experimentar cualquier progenitor.
En los años noventa la situación que se vivía en Barcelona era completamente distinta a la de hoy. Ser profesional, tener un empleo, aseguraba una calidad de vida digna. Todo esto era posible gracias a las políticas de un gobierno progresista. Los socialistas estuvieron al frente de esta ciudad durante más de 30 años. Barcelona se escribía con mayúscula en el mundo y los barceloneses aprendimos a sentirnos orgullosos de nuestra ciudad.
Los que compartieron esa época conmigo estarán de acuerdo en que el modelo de ciudad por el que se apostó, era un modelo inclusivo, de cohesión social, donde la inversión pública llegaba a todos los barrios y distritos. Esas inversiones (centros cívicos, bibliotecas, parques, interiors d'illes, Metro, transporte público, escaleras mecánicas en barrios alejados) transformaron la ciudad. Hicieron las cosas más fáciles para todos.
Claro, siempre es más fácil vivir en una ciudad próspera, cosmopolita y abierta. Adjetivos que se alcanzan con políticas inclusivas.
Con el cambio de gobierno en 2011 también cambió el modelo de ciudad. Ahora tenemos registradas 552.974 personas en paro. Mientras se cambian las baldosas de la Avenida Diagonal, hay barrios como Poblenou, que a pesar de ser una zona pujante, sigue con las aceras de una época industrial.
Lo que para el actual gobierno se reduce sólo a un número, para las y los socialistas se trata de 552.974 historias de angustia. En caso de ser afortunados, con un empleo, pido que hagamos un ejercicio: imaginar que pasaría si un día nos encontramos en situación de paro. ¿Cómo pagar las facturas? ¿Qué decir a la familia? ¿Qué pensar al ver a los hijos? y sobre todo, ¿cómo afrontar el presente y el futuro?
Me da vergüenza pensar que una ciudad con dinero en sus arcas públicas, no pueda ofrecerle oportunidades de empleo y de desarrollo profesional a todos sus ciudadanos. Jaume Collboni conoce esta realidad que afecta a miles de barceloneses y está comprometido a mejorar su situación con la creación inicial de 30,000 empleos. Y yo con él, por eso, formo parte de su candidatura.
En el Plan Collboni para Barcelona, se explica de manera diáfana esta realidad: el nivel de desigualdades en la ciudad ha vuelto a aumentar de manera sustancial. “Mientras en el año 2008 la diferencia de renta familiar entre el barrio más rico (Tres Torres; 215) y el más pobre (Baró de Viver; 50) era de 165 puntos, en el año 2013 la diferencia entre el barrio de Pedralbes (244) y el de Trinitat Nova (39) alcanzó los 205 puntos”.
Ahora, mi hija mayor está a punto de entrar a una edad laboral. No quiero que emigre en busca de oportunidades laborales. Quiero que ella tenga la seguridad de que podrá encontrar un trabajo, que le guste y sea bien pagado. ¿Será mucho pedir?
No quiero barrios y personas olvidadas. Quiero una Barcelona que sea justa y de progreso.
