Prácticamente todas las constituciones democráticas del mundo prohíben la discriminación por razón de género, así lo estipula el Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.