Andrés Guerrero es presidente de la Asociación de Juristas Pro Iberoamericanos y de la Asociación Internacional de Inversores.
Una entrevista de César Brito González.
Es inevitable acudir a referencias cervantinas, en presencia de D. Andrés Guerrero. Su espigada figura y su imponente presencia física hacen pensar en un Quijote con toga negra y puñetas blanco impoluto. Quijotesco, no por la ausencia de juicio, sino por unos ideales que le hacen imaginar a un colectivo letrado cohesionado y corporativista, en el buen sentido. También a una ingente masa humana agrupada bajo una ciudadanía iberoamericana que nos recuerde aquellos valores culturales, morales, lingüísticos y políticos que compartimos, en ambos extremos continentales. La insignia de la Orden de San Raimundo de Peñafort luce en su americana como muestra de excelencia en el ejercicio profesional, aunque también podría ser una condecoración militar, concedida a aquel que sabe que las empresas justas, aún siendo difíciles, no deben ser abandonadas.
Las asociaciones que D. Andrés preside tienen un protagonismo esencial, en la celebración del V Foro Pro Integración de Juristas Iberoamericanos durante los días 17, 18 y 19 de Octubre en Salamanca. Este encuentro internacional de abogados, empresarios e inversores se establece como una oportunidad de primer nivel. No solamente para tantear, descubrir y afianzar los lazos y retos que pueden construir puentes de desarrollo, muy beneficioso para todos los países participantes en un futuro cercano. También para comprobar que el sueño de una nacionalidad iberoamericana, largamente añorada, puede estar más cerca de lo que se cree, si se aúnan el trabajo y la voluntad de alcanzarla.
Pregunta: ¿Qué oportunidades ofrece un punto de encuentro como éste? ¿Cuáles son las ventanas de oportunidad que hay que aprovechar?
Respuesta: Los abogados tenemos una serie de clientes que son, en su mayoría, empresarios u hombres de negocios. El grado de confianza que solemos alcanzar con ellos es tal que muchas veces nos dicen «Oye, si tienes oportunidad de hablar de mi actividad en otro país… Me gustaría ir, por ejemplo a Venezuela, Guatemala o Argentina». Esa es la función que nosotros creemos que tiene este Foro. Somos abogados que representamos a empresas y estamos en contacto con empresas españolas para fomentar unas inversiones en común.
P. ¿Qué sectores cree que tienen más oportunidad o más proyección, en esa relación entre España y Latinoamérica?
R. El mundo de la colaboración es prácticamente infinito. Podemos colaborar en cualquier tipo de negocio que sea legal, beneficioso para ambas partes y que, por supuesto, represente un beneficio también para el país donde se vaya a desarrollar la actividad. Los sectores más importantes pueden ser la construcción, la agro industria, la pesquería o la distribución — que es importantísima en toda Iberoamérica. En España se producen un montón de bienes cuya finalidad es la llegada al consumidor final en Iberoamérica a través de esta cadena de distribución —.
P. Desde su conocimiento cercano de ambas realidades ¿Cómo calificaría el estado de salud del tejido empresarial latinoamericano?
R. Con diferencias en función de los países, claro. Pero debemos matizar una cosa que es importante: el tejido empresarial en Latinoamérica es excelente. Lo que pasa es que en algunos sitios está tan castigado, tan perseguido y tan carente de ayudas y de incentivación que ahí es donde
falla el sistema. Pero hay países, como por ejemplo Venezuela, a los que el día que cese esta dictadura que existe — y cesará, porque las dictaduras afortunadamente no son eternas — se los verá resurgir precisamente desde la vertiente del comercio. Los comerciantes, unidos al resto de los habitantes de Venezuela, serán los primeros en recuperar el país.
P. Entiendo que en procesos como ese, donde se busca estabilidad, fluidez, transparencia, sostenibilidad, etc. la buena relación entre el mundo jurídico y el empresarial es imprescindible
R. Absolutamente. De lo que debatimos en este foro es de la protección de esa colaboración jurídico empresarial añadiendo el matiz del comercio justo. Comercio justo no tiene por qué ser antagónico a comercio rentable. Es más, yo diría que el comercio justo es el más rentable de todos. En primer lugar, porque produce una serie de satisfacciones morales, difícilmente cuantificables desde el punto de vista económico pero que nos hace la vida mucho más feliz. En segundo lugar porque, si efectivamente todos estamos contentos, los productores, los intermediarios y los consumidores finales, todo eso va a fomentar unas mejores relaciones en nuestro mundo iberoamericano.
P. Si es posible construir una imagen general, una proyección ¿Cuál cree que es la percepción que se tiene en Latinoamérica de la actual realidad económica española?
R. Cuando hablamos de Iberoamérica lo hacemos de un colectivo de gente importantísimo. Dependiendo de qué sector y de qué edad se trate, lo perciben de una forma o de otra. Por ejemplo, si hablamos de un sector de edad a partir de los sesenta años y más, lo perciben con alegría porque la dictadura que parecía eterna en España por fin desapareció. Ojalá sirva de ejemplo para lo que va a suceder dentro de muy poco tiempo en el resto de Iberoamérica. Otro sector, que ha vivido verdaderamente la Democracia, lo percibe distinto también en función de qué lugar se sitúe políticamente.
Desgraciadamente, uno de los males endémicos que sufre nuestro querido continente iberoamericano es la utilización del comercio como arma política. Hay gente que ve muy bien lo que hace el gobierno actual en España, porque está dentro de la línea ideológica del gobierno actual. Hay otros que están en la oposición y lo ven muy mal. Pero el pueblo, el habitante iberoamericano percibe a España el puente natural de sus inversiones y realizaciones en Europa. Se está proponiendo en este foro el impulso de una nacionalidad iberoamericana. Es un deseo largamente acariciado por multitud de pensadores. Figuras señeras dentro de Iberoamérica: San Martín, Bolívar, Artigas… Que son, efectivamente, héroes latinoamericanos que desgraciadamente se vieron abocados a una guerra civil, pero que realmente perseguían la libertad y una gran nación. Ese puede ser el embrión de una futura ciudadanía latinoamericana.
P. Uno de los temas tratados en este foro es, ya lo ha dejado entrever, el relativo a los Derechos Humanos. ¿Cuánto falta, en el ámbito iberoamericano, para «estar tranquilos» en ese sentido?
R. Nunca vamos a estar tranquilos, porque nunca vamos a alcanzar la meta. Los Derechos Humanos son infinitos y su cumplimiento pleno es casi imposible de alcanzar. Cuando hayamos conseguido esos derechos, por los que luchamos ahora mismo, aparecerán otros en el futuro y tendremos que continuar la lucha. Dependerá de lo que hagamos los ciudadanos iberoamericanos y, fundamentalmente los juristas. El jurista sabe que la ley es el reflejo de la sociedad, porque es esta última quien configura la ley. Nosotros tenemos que procurar que esa ley sea lo más idónea posible para alcanzar esos derechos humanos. Que no son utópicos, aunque están lejanos.
P. Se habla mucho de la encomiable y titánica labor de algunos periodistas iberoamericanos (pienso por ejemplo en los mexicanos), pero muy poco del colectivo de los juristas en países con realidades muy complicadas ¿Qué puede decirnos, para entender un poco mejor la situación?
R. La situación en México, efectivamente, es terrible. En Venezuela es aún peor. Nosotros creemos que el abogado que tiene miedo deja de ser abogado, porque automáticamente deja de defender los intereses de su cliente o de determinada colectividad. Por eso creemos que nuestra obligación es unirnos y protegernos unos a otros. Para esto hemos creado en el foro un observatorio que hemos calificado de manera coloquial como «La defensa de la defensa». ¿Quién defiende a los defensores de la sociedad? Debemos partir de una premisa: si nosotros, como colectivo, estamos unidos somos imparables. Y eso debemos hacer, denunciar todos los asuntos de violación de derechos humanos, como los flagrantes en el caso venezolano, y afirmar que detrás de cada letrado en peligro, de cada periodista en peligro, hay un colectivo que se expresa con un lenguaje común — el castellano —, con el que es muy sencillo decir «Hermano, no estás solo».
P. El siguiente «palo», la siguiente crisis económica está al caer. ¿Han aprendido los inversores algo de la última?
R. Deberían de haber aprendido que hay socios fiables y socios no fiables. Creo que dentro de los fiables está la comunidad iberoamericana, por encima de la comunidad sajona e inclusive por encima de algunos países de la comunidad europea. Nosotros tenemos el mismo lenguaje, no sólo en cuanto a palabras, sino a lo que éstas expresan. Si digo «amistad» es amistad. Si yo digo «odio» es odio. Si se lo digo a un inglés o un francés, quizá matiza. Pero si se lo digo a cualquier conciudadano iberoamericano… lo va a entender perfectamente. Ese es el socio ideal.
En cualquier caso, nunca se aprende lo suficiente. Hay una frase de Descartes que afirma «Daría todo lo que sé por aprender la mitad de lo que me falta». Pero creo que sí hemos aprendido lo suficiente. Tenemos que fiarnos que piensa y actúa como nosotros, según nuestra cultura y valores en común.